Los días pasaban y, sin embargo, Bea no podía silenciar esa voz que insistía en resonar en su cabeza. Era difícil explicar lo que un solo recuerdo había hecho a lo largo de toda su vida, pero a pesar de ello había logrado muchas cosas: había tenido y seguía teniendo momentos de felicidad, y confiaba en que algún día lograría eliminar esa sombra de sus pensamientos.